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Clepsidra

Un Obispo fuera de serie

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“Los guerrilleros no son bobos, ellos saben que si tienen a los cautivos en uno o dos puntos no más, en uno o dos operativos el Ejército los rescata a todos, por eso es que los helicópteros se demoran mucho, más unos que otros, porque a los soldaditos los deben haber regado en diferentes confines de la selva en grupos de 4 o 5 máximo…” le alcancé a escuchar a Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga en Cartagena del Chairá cuando la entrega de los soldados de las Delicias… Los comisionados de paz se quejaban porque los helicópteros que traían a los soldados se demoraban mucho unos más que otros; el prelado tenía razón, después de la entrega los soldados manifestaron que a unos los tenían en el Guaviare, otros en el Putumayo, otros en el Caquetá, otros en Ecuador, en fin, la lógica del Obispo era la correcta en medio del caos de especulaciones que se dio ese día, en especial en los medios de comunicación.

Monseñor César Augusto Castro Quiroga falleció el miércoles 3 de agosto de 2022 en la Clínica Marly de Chía Cundinamarca a causa del Covid 19, otra víctima ilustre de este aterrador flagelo que azota a la humanidad.

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Llegó a Florencia muy joven, en 1972, como Párroco de la ciudad y muy pronto se ganó el cariño de sus feligreses por su carisma, sencillez y don de gentes; era por decirlo así, el puente de comunicación entre la juventud y el resto de ciudadanos, porque en esa época, las ideas eran en extremo radicales de parte y parte.

Fue el fundador de ITUSCO, el Instituto Universitario Sur Colombiano que dio paso a la Universidad de la Amazonía de la cual fue su primer rector, Presidente de la Comisión de Conciliación Nacional y Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana por dos períodos en la época en que estaba en los puntos más álgidos el proceso de paz con las Farc, luchó por la liberación de los secuestrados, en especial de Ingrid Betancourt, su palabra era sagrada, tanto para la guerrilla como para el gobierno.

Y que no decir de sus obras en el campo de la educación, tanto en el Caquetá como en Boyacá donde fue Arzobispo; fundó colegios que los entregó a comunidades especializadas y reconocidas en su manejo, como el Dante Alighieri de San Vicente que lo entregó a la comunidad de la Salle, fundó y construyó muchas escuelas en veredas y centros poblados, asociaciones de jóvenes, apoyos al periodismo, en fin, fue un hombre carismático, bueno y trabajador que entregó su vida al servicio de sus semejantes, en especial en el Caquetá y Boyacá.

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Conjuntamente con esa pléyade de pastores consolatos que hicieron historia en la región por su trabajo en beneficio de las comunidades, tales como Monseñor Ángel Cuniberti, Monseñor José Luis Serna Alzate, Monseñor Antonio María Torasso, el Arzobispo Luis Augusto Castro Quiroga, fue esa luz de esperanza que se abrió para miles de colombianos que estuvieron sumidos en la oscuridad del secuestro en las épocas aciagas de su fatal apogeo.

Paz en la tumba de tan dilecto benefactor.

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