El presidente del Congreso Ernesto Macias. Pantallazo de video

La escandalosa diatriba que pronunció el Presidente del Congreso de Colombia Ernesto Macías Tovar, en la posesión de Iván Duque Márquez como nuevo Presidente de Colombia, no solo causó estupor, sino vergüenza mundial de los colombianos porque ese mal llamado senador, despotricó del país a diestra y siniestra, ante un auditorio conformado por presidentes y primeros ministros de muchos países, además de miles de invitados de talla nacional e internacional, lo mismo que periodistas del mundo entero.

Al hablar mal de Colombia, tratando de endilgarle todos los problemas al presidente saliente Juan Manuel Santos, presentándonos como un nido de inmensa corrupción, con unas finanzas por el piso, con un Estado en guerra peor que antes de los acuerdos con las Farc, diciendo que la economía está en tinieblas, mostrando escandalosos índices de inseguridad, de narcotráfico y de delincuencia en general, Macías Tovar hizo de la sesión del congreso en la cual se posesionaba el nuevo Presidente de la República, un aquelarre de diatribas y no un discurso serio, objetivo y esperanzador como debería ser el acto protocolario más importante del país.

Esa insólita y por demás odiosa diatriba del Presidente del Senado de Colombia, contrastó con la mesura, objetividad, respeto e inteligencia del discurso del nuevo Presidente, quien no solo respetó a tan selecta audiencia, sino que fue sobrio al agradecer a su mentor el apoyo dado a su campaña, cosa que no sucedió con Macías, quien convirtió su agradecimiento al Senador Uribe, en una servil zalema, tal como la tomó y publicó la prensa internacional.

Los medios nacionales y la prensa mundial, lo mismo que las redes sociales, fueron enfáticos en afirmar que lo dicho y hecho por el primer dignatario del Congreso de Colombia, fue mezquino, fue un alevoso ataque a un ex presidente que en un momento tan importante y tan publicitado no tenía ninguna oportunidad de defenderse, fue una afrenta a Colombia que quedó como la lacra de América, como el país campeón de la coca y la corrupción, como el país que necesita más y más glifosato si no quiere verse convertido en un mar de coca; al afirmar que Colombia nunca ha tenido un conflicto armado pero que en el último gobierno ha habido más de 300.000 líderes asesinados, le ha dado la razón a quien criticó con sevicia, seguro de que en ese momento no se podía defender.

Este 7 de agosto del 2018, pasará a la historia, no por cumplir Colombia 199 años de independencia lograda en la batalla de Boyacá, precisamente en el río Teatinos, en donde el niño soldado Pascasio Martínez no se dejó corromper por el Coronel Español quien le ofreció una bolsa de oro para que lo dejara libre; este 7 de agosto no pasará a la historia como el día en el cual se posesionó el Presidente más joven de Colombia, quizás con los mejores ideales de los últimos años, no, este 7 de agosto, desafortunadamente pasará a la historia, como un día de vergüenza, de ignominia, un día en el cual la máxima autoridad del Senado que representa al pueblo colombiano, gritó a los cuatro vientos que Colombia es lo peor del mundo y lo hizo precisamente ante los representantes de todo el mundo.

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