“Vengo de uno de los tres países más bellos del mundo, del país de las mariposas amarillas…”
“Un país de belleza ensangrentada…”
“…es la planta de la coca, la planta sagrada de los incas…”
“para destruir la planta de la coca, arrojan veneno, glifosato en masa que corre por las aguas…”
“por destruir o poseer la hoja de la coca, muere un millón de latinoamericanos asesinados y encarcelan dos millones de afros en América del Norte…”
“nada más hipócrita que el discurso para salvar la selva…”

Las anteriores frases del Presidente Gustavo Petro en la asamblea de la ONU, la primera intervención como Presidente que hace a nivel internacional, son espadas de fuego hirviente que se clavan como en mantequilla, en los oídos de la clase dirigente mundial, en especial del Presidente John Biden, que debe haber quedado estupefacto de ver cómo ese líder diminuto de su patio trasero, le cantó la tabla delante de todo el mundo, de frente y sin remilgos.

Aclaro que no soy petrista ni amigo de los “ismos” y que como cualquier ciudadano, tengo mis reservas sobre su gobierno, pero tengo que aceptar sin lugar a dudas, que el discurso del Presidente Petro en la asamblea de la ONU, es quizás el más brillante, mejor y más valiente que presidente alguno ha pronunciado en ese recinto, cuna del poder mundial.

Allí desnudó las verdades que muchos sabían pero que nadie denunciaba, allí puso de presente la adicción mundial por la coca, el carbón y el petróleo, la guerra contra la Amazonía que es la única parte del planeta que lo puede salvar de la contaminación, allí demostró que al mundo el país no le interesa sino para llevarse sus riquezas y así obtener más poder y allí denunció que entre más le hacen la guerra a la selva y a Colombia le piden más petróleo y más carbón, el monstruo del cambio climático continuará sin que nadie lo detenga.

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