Como dijo Federico Gutierrez al reconocer su derrota: ”Colombia habló”, una afirmación que también implica que el estamento fue derrotado, que las dinastías que tradicionalmente han esquilmado el país, perdieron, se quemaron y entre esas dinastías están los liberales con Gaviria, los conservadores con Pastrana y Barguil, los de Cambio Radical, de la U, en fin, todos esos grupos y familias que por siempre han manejado el país como una finca de su propiedad.
Ahora se viene la segunda vuelta y a no dudarlo las escaramusas comenzarán, poco a poco se irán agrandando hasta convertir las redes sociales en nidos de odio y de polarización, aún entre las familias; que Petro es tal cosa, que Rodolfo es la otra, en fin, serán muy pocos los que le abran el intelecto a las propuestas y sobre todo, a la credibilidad de esas propuestas, a la credibilidad de quien las hace.
Nadie está exento de pecado, todos como humanos tenemos fallas y el que no las tenga que tire la primera piedra, pero ahora, con la nueva e inédita campaña, con dos candidatos bien definidos, uno de izquierda, otro de centro, uno que quiere cambiar casi todo, otro que le apunta a acabar con la corrupción, los colombianos tenemos que pensar muy concienzudamente qué decisión tomar, qué le conviene más a la familia, a la sociedad, al país; como nunca antes en la historia, de la decisión que tomemos el 19 de junio en las urnas, depende sin lugar a dudas la democracia y la estabilidad nacional. Que cada quien tome su decisión y en consecuencia actúe votando.