El periodismo poco a poco ha ido perdiendo su esencia de informar con objetividad y a tiempo, para dar paso a un periodismo de sangre, coca, sustitución de cultivos ilícitos, terrorismo y tragedia; un periodismo de desolación y muerte.

Los gurús del periodismo nacional, aquellos que viven inventando todos los días supuestos patrones periodísticos con bombos y platillos en los numerosos foros que sobre el tema proliferan, esos gurús que hicieron su primaria como reporteros de la zonas de conflicto del país, no han podido erradicar de sus mentes las prácticas guerreristasy son esos personajes quienes les están inculcando a las nuevas generaciones de periodistas, esa vocación por la noticia amarillista que atrae por su morbo, relegando a un segundo y tercer plano, las noticias positivas que son igual o en muchos casos más importantes que la noticia sobre la violación, el secuestro, la toma de rehenes, la fumigación con glifosato y todo aquello que llama la atención por el morbo pero que pronto pasa.

Y esa clase de periodismo de desolación y muerte, poco a poco, influenciado por las redes sociales y la pereza mental que sacude al mundo, también se está reflejando en un periodismo de inmediatez, de imagen, del pequeño video con dos o tres palabras, para que desde el celular todos puedan verlo, quizás le den un «me gusta» y luego pase al cuarto de San Alejo.

Ese periodismo de Jefaturas de prensa que solo se centra en lo visual, está dejando sin archivos las entidades que promociona, las están dejando SIN HISTORIA, y eso es grave porque no quedan archivos en los cuales la posteridad pueda leer el conocimiento y las obras que se realizan y no se promocionan porque no son noticias de desolación y de muerte.

En el día del periodista abundan las felicitaciones, los abrazos, los desayunos de trabajo, y el guaro e incluso las entregas de premios de periodismo como la Diosa del Chairá en el Caquetá, un excelente estimulo para los comunicadores cuyo fallos últimamente, emitidas por esos jueces, gurús del nuevo periodismo, solo tienen en cuenta los trabajos de desolación y muerte que le recuerdan sus épocas pretéritas de tiempos de guerra.

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