Motosierras, asesinas de la Amazonía

Parece increíble, fuera de contexto; en el Caquetá donde día a día crece la protesta por la deforestación de la Amazonía, en las ferias de sus municipios se hacen concursos de motosierras; es como hacer apología al delito; se premia a aquellas personas que más rápido corten un bloque de madera, y al terminar la “proeza”, los aplausos y los vítores vuelan por los aires como premio a los asesinos de la selva colombiana.

Se sabe por los medios de comunicación que en los últimos 5 años se han deforestado 412.000 hectáreas en la Amazonía, han sido 412.000 hectáreas de madera de toda clase, especialmente de especies finas como caoba, sangre toro, comino, cedro, achapo, amarillo, fono, etc, millones de metros cúbicos de madera que han caído bajo las garras asesinas de las motosierras, acabando el hábitat de miles de animales, destruyendo la fauna y la flora y acabando con el oxígeno, porque en el sur de Colombia, en el Caquetá, en las faldas de la cordillera oriental que cobija con sus brazos las goteras de Florencia, nace la selva “madre del silencio y esposa de la soledad y la neblina”, de la que nos hablaba en su inmortal vorágine el maestro José Eustacio Rivera.

La totalidad de esa destrucción se hace con la motosierra, esa herramienta asesina que muchos almacenes se precian de tener de las mejores marcas y que muchos campesinos exiben con orgullo cuando al hombro llevan el artefacto para acabar con otro pedazo de bosque.. Fotografía: Cesar Vargas
La totalidad de esa destrucción se hace con la motosierra, esa herramienta asesina que muchos almacenes se precian de tener de las mejores marcas y que muchos campesinos exiben con orgullo cuando al hombro llevan el artefacto para acabar con otro pedazo de bosque.. Fotografía: Cesar Vargas

Y la totalidad de esa destrucción se hace con la motosierra, esa herramienta asesina que muchos almacenes se precian de tener de las mejores marcas y que muchos campesinos exiben con orgullo cuando al hombro llevan el artefacto para acabar con otro pedazo de bosque.

Y por los ríos continúan rodando los troncos hasta los puertos, en camiones con licencias falsas o adulteradas la madera sigue saliendo hacia Florencia, hacia Neiva, hacia el interior del país, y cada bloque de madera, cada árbol que se tumba, es una gota de sangre más que derrama la asesina de la tierra surcolombiana: la motosierra.

Pero llegan las ferias de Florencia, “la vitrina comercial del sur de Colombia”, y los mejores stand serán aquellos donde las motosierras se roben las miradas, donde por altavoces se expliquen sus mortíferas bondades, donde se anuncie con bombos y platillos los concursos de motosierras y así un pueblo estúpido continuará destruyendo sus tesoros más preciados, así el Tití del Caquetá, logo de este medio, desaparecerá por completo, así y poco a poco, pero de manera inexorable los ríos se irán secando y cuando todo sea un desierto, allí habrá un monumento a la motosierra, como muestra de la idiotez del hombre que no supo proteger lo que la naturaleza sabiamente le prodigó.