Asustado y pálido  el vecino llegó a mi casa a pedirme que llamara a los policías del cuadrante porque “hay un ladrón en la viga canal de mi casa”, y llamé, y a los pocos minutos llegó la policía y se subió al techo y despertó al ladrón quien se paró enormemente disgustado gritándole al vecino que sapo, que por qué no lo dejaba dormir y que a cualquier momento le pegaba su puñalada; así vociferando se fue alejando sin que los policías pudieran hacer nada porque según ellos, no estaba cometiendo un delito, no había una denuncia y si se lo llevaban, a los pocos minutos estaba en la calle muerto de la risa, mejor dicho: los pájaros tirándole a las escopetas.

 

Pero el colmo de los colmos sucedió a los pocos minutos, porque después de marcharse la policía, el mismo sujeto volvió a pasar delante de los vecinos que nos habíamos reunido para discutir cómo defendernos  de los innumerables habitantes de la calle, que en cualquier momento roban o atracan y el sujeto, gritando a voz en cuello nos dijo que nos conocía y que en cualquier momento no las iba a cobrar porque no éramos más que sapos.

 

Esta anómala situación se vive, no solo en Florencia sino en el resto del país, por la bendita norma que decretó  la dosis personal y además de eso, declaró excarcelable el poseer dicha cantidad de alucinógenos, con lo cual le abrió la puerta al micro tráfico, convirtiendo al país en un verdadero infierno, tal como sucede con el Bronx en Bogotá y como está sucediendo en Florencia, donde muchos vecinos a la hora de la comida tienen que pedirle a los indigentes que se retiren a otro lugar a consumir su bazuco mientras toman los alimentos.

 

Y los vecinos no se pueden defender porque si tocan a un indigente que les está robando sus pertenencias o se solidarizan con el vecino que están atracando, tienen problemas; si se defienden están violando los derechos humanos, el derecho a la libre personalidad de los habitantes de la calle y el derecho a los enfermos a que se sigan matando con el vicio, y si llegan a hacerlo, a los vecinos si los empapelan, los llevan a la Fiscalía, los hacen perder el tiempo y los reseñan; esas fueron las conclusiones de la reunión que asustados tuvimos.

 

Y entre esas discusiones, un vecino se preguntó por qué nuestros flamantes parlamentarios, que se ganan millones y millones mensualmente por asistir a cuanta feria y evento se realiza, por vivir de elección en elección, por qué no presentan un proyecto de Ley que tumbe esa bendita norma de la dosis personal y su excarcelación? Acaso nuestros parlamentarios han presentado siquiera un proyecto de ley desde que los eligieron?

 

El caos y el infierno de la inseguridad, así la policía salga siempre con el cuento de las estadísticas diciendo que ha mermado la inseguridad, esta persiste, es necesario que las autoridades municipales, departamentales y nacionales le pongan más cuidado al asunto; no basta con colocar policías cerca a los colegios para proteger a los estudiantes, se trata de establecer una estrategia seria y eficaz que acabe con la inseguridad en poco tiempo, de los contrario los pájaros continuarán tirándole a las escopetas y las escopetas continuarán escondiéndose de los pájaros.

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