Desde hace muchos años los caqueteños estábamos pidiendo un gobernador del pueblo que de verdad trabajara por los desprotegidos, por los sectores olvidados de la población, por los campesinos, que se untara de barro, que no le diera miedo meterse al monte, que le devolviera la Institutocionalidad a los sectores en poder de los grupos al margen de la Ley, y hoy cuando lo tenemos, lo estigmatizamos, lo atacamos porque cumple lo que promete, aprovechamos el natural fragor democrático de una campaña, para convertirnos en voceros de quienes quieren que las cosas sigan como están, para ser los idiotas útiles de aquellos sectores que quieren que la zona de los ríos siga fuera de la institucionalidad.
Arnulfo Gasca Trujillo en sus dos años de gobierno ha demostrado hasta la saciedad que cumple lo que promete, que ‘su gente’ como él lo dice, es de verdad el campesino, el olvidado, el de a pie, y por eso aquellos que están acostumbrados a vivir sin Dios ni Ley para medrar a su antojo, ahora lo atacan asustados porque ven en peligro sus intereses.
Solo que olvidan que al campesino que menosprecian y tildaban de inepto en campaña porque no era un cartel de títulos, el cargo no le quedó grande y por lo contrario, ha demostrado hasta la da saciedad que puede, que no es un gobernador de escritorio y eso los tiene asustados.
Por eso le están tirando a las escopetas, pero les va a salir el tiro por la culata cuando la gente reaccione y masivamente salga en defensa del mejor gobernador del Caquetá en toda su historia.