El Fiscal General de la Nación Francisco Barbosa Delgado, en declaraciones dadas a Caracol TV, le pide al Presidente Petro que le deje hacer el trabajo de la Fiscalía, que no interfiera las funciones propias de la Fiscalía que son diferentes a las del Ejecutivo y que no puede criticar al gobierno cuando el gobierno es el responsable del orden público, tal como ha sucedido con situaciones como la del asesinato de los soldados en el Carmen, en Santander del Sur y los problemas de orden público en los Pozos. Sin utilizar los términos, Barbosa Delgado le está diciendo al Presidente que están juntos pero no revueltos.
Y es que tenemos que reconocer la extraordinaria habilidad del Presidente Gustavo Petro Urrego para transformar cualquier silogismo en una premisa a su favor, cualquier anomalía que se presente en su gobierno para endilgarla hábilmente a sus contradictores, como ha pasado con la reforma a la Salud que “debe ser como la de Cuba que es la mejor del mundo”, una mentira que ya un colaborador de NOTA CIUDADANA en las 2 Orillas denunció con toda claridad a nivel nacional “como una mentira del tamaño de una catedral”.
Esa “habilidad” presidencial es peligrosa en extremo y ya se comenzaron a ver las consecuencias, como el retiro del embajador del Perú en Colombia por abierta interferencia del Presidente de los colombianos en los asuntos internos del país hermano, lo que sucedería si se le da carta abierta al ejecutivo para poder trasquilar las pensiones y mandar millones de abuelos a la pobreza extrema, pero eso sí, no ha abierto la boca para decir que se le devolverá la prima semestral a esos abuelos, prima que les robaron en el gobierno de Alvaro Uribe siendo su Ministro de Hacienda el letal Carrasquilla.
Defendemos y creemos necesario que se hagan las reformas que el país necesita, pero no estamos de acuerdo con salir de Guatemala para caer en “Guatepior”. Si se hacen las reformas que sean de verdad para mejorar la calidad de vida de los colombianos y no para seguir favoreciendo a los cacaos del país o para llevarlo al abismo con políticas que ya han demostrado que son la ruina de muchos países, tal como sucede en Venezuela, Nicaragua y otras naciones que ha sucumbido al brillo engañoso de líderes con extraordinaria facilidad de palabra.
Por eso en algunas ocasiones los cacaos, las “ías” y algunos líderes políticos, se convierten en males necesarios para proteger las democracias porque son ellos quienes paso a paso y en defensa de sus mezquinos intereses, quienes le recuerdan a esos líderes que están juntos pero no revueltos.