En el arrugado sillón de los recuerdos
Donde mastico las horas que no quieren pasar,
En el interminable desfile de nostalgias
Veo los amigos,
Los hermanos,
La familia que siempre caminaba conmigo
Y que ahora,
Cuando los años cobran su indefectible cuenta,
Con poquitas excepciones
Me han dejado solo,
Terriblemente solo,
En esa soledad que poco a poco
Carcome las ya débiles paredes del alma.

Cuando los días y los años se hacen viejos,
Cuando los males atenazan nuestros cuerpos
Y ya no podemos dar todo lo que dábamos,
El abandono hace nido en nuestras vidas
Y solo uno de los hijos,
O uno que otro amigo,
Llega a tu sillón de nostalgias
A recordar aquellos tiempos
En que la luz iluminaba tu sendero.

Y cuando se van
Cuando la visita se pierde en la distancia,
Seguimos compungidos en el sillón del recuerdo
Haciendo ya las cuentas
De los días, las horas o minutos
Que aún nos quedan,
Para masticar solos
Aquella última anécdota
Del amigo que vino a acompañarnos.

Por