Esta es una provocación, para que quien gane la alcaldía se incorpore de manera efectiva en el enfoque diferencial de discapacidad, respondiendo a las realidades sociales, demandas, intereses y potencialidades de ese sector de la población. Incluidos cuidadores y sus familias.

“No queremos que se repita lo de hace cuatro años”. Con esas palabras, un grupo aproximado de cuarenta personas recibió en las instalaciones de la Fundación Luis Guanella a tres candidatos a la alcaldía de Florencia, de nueve que esperaban. Primera decepción de un encuentro proyectado como luz de esperanza en su azarosa existencia.
Y es que no era un grupo más en la carrera por ganar las elecciones; nada de eso, eran representantes de la población con discapacidad cuyo desplazamiento hasta el lugar significó un gran esfuerzo físico, mental y económico. Varios, incluso, tuvieron que llegar acompañados por cuidadores.

Numerosos votos
Fueron convocados en plena campaña electoral, porque en la capital caqueteña ellos suman alrededor de 5000 votos, sin contar sus familiares; todo un bocado para cualquier candidato, aunque tener solo tres dejó entrever que la discapacidad no es tan importante para quienes quieren alcanzar al primer cargo de elección popular del municipio. Por lo menos, así lo hizo ver Mara desde su silla de ruedas, con la autoridad de quien habla de caminos ya recorridos: “siempre los candidatos no hacen sino prometer; pero, yo sé que no van a cumplir”, exclamó visiblemente molesta.

Además de expresar su inconformidad, quiso imponer sus propias reglas, producto de su natural desconfianza: “escuchen nuestras necesidades, primero, y luego sí los escuchamos a ustedes”, dijo tan fuerte como pudo. De hecho, así estaba acordado; se trataba de un diálogo – no un debate -, para tener un conocimiento parcial de lo que puede venir en los próximos cuatro años.

Nueva descarga
“Nosotros, con el actual alcalde, habíamos acordado algunos temas; pero, esta es la hora y no ha cumplido esos compromisos y acuerdos. Siempre, a la persona con discapacidad la dejan a un lado, nos tienen en cuenta para hacer actividades; pero, no en materia laboral, educativa y salud”, exclamó la locuaz intérprete de Paula Andrea, representante de la Asociación de Sordos del Caquetá –Asorca, cuyo lenguaje de señas fluía a borbollones indicando que todas las poblaciones con discapacidad, no solo auditiva, “nos hemos quejado en diferentes escenarios y hemos manifestado esa situación a los diferentes candidatos; pero, nunca hemos sido escuchados con atención”.

Esta vez, el escenario estaba puesto para que se repitiera la historia. ¿Y si gana uno de los ausentes, qué podemos esperar?, se quejaron varios, casi al unísono. Ambiente nada cómodo para los tres políticos, que permanecían ansiosos esperando su turno para salir de algún modo en su propia defensa.

Entre tanto, llovían las críticas, que eran más contra la politiquería y los incumplimientos del alcalde de turno, Luis Antonio Ruiz Cicery. “El alcalde está apoyando a un concejal, para que sea su remplazo, y ese tampoco ha servido de nada”, se quejaron algunos haciendo referencia a uno de los ausentes, Jovanny Vásquez, de Alianza Verde, el mismo partido por el cual se hizo elegir el alcalde saliente. Tampoco asistieron Károl Tatiana Arboleda, Wilder López, Diego Ramírez, David De Jesús Romero y Alverdy Díaz.

Comité de discapacidad
“En el comité de discapacidad hemos estado trabajando muy unidos, gestionando, haciendo veedurías con las diferentes secretarías, llevamos muchos años repitiendo este proceso”, destacó después Paula Andrea precisando que quienes lo integran no reciben ningún tipo de ingreso. “Nuestro trabajo es voluntario, hacemos veeduría; pero, es tiempo perdido, prácticamente, más de 10 años trabajando por la población y nunca nos han prestado atención. Siempre dicen: pobrecito, qué pesar, pero nunca nos tienen en cuenta”. Afirmaciones que hicieron palidecer a Moya, Vargas y Monsalve.

¿Y los medios de comunicación?
Una cuidadora reparó en algo que para muchos había pasado desapercibido: “estos conversatorios deberían llegar a otras personas”, se quejó haciendo ver que había pocos medios de comunicación cubriendo el evento; básicamente, camarógrafos cercanos a las tres campañas. Contrario a lo que suele suceder en otros conversatorios.
“La idea es que esta vez sí haya compromiso y ganas”, expresó recalcando que las necesidades son demasiadas: “muchas veces no hay remesa, no hay nada. Todos hablan de asistencialismo; pero, ¿qué podemos hacer, si es lo único que hay? ¿Cómo hacer emprendimientos para más de 4000 personas que tienen discapacidad?”, cuestionó.

Acto seguido, destacó el papel de las organizaciones de base que tienen soporte jurídico y pueden trabajar con las alcaldías. Sin embargo, es tan insignificante lo que se realiza por las personas con discapacidad y sus cuidadores, que no pudo evitar lanzar un fuerte dardo: “la política pública de discapacidad no sirve de nada; acá el tema es que haya una política que sirva y que los candidatos se comprometan a hacer esos aportes sociales”.
Algo más, Florencia es territorio Pdet, por lo cual se propuso apelar a hombres y mujeres de esas organizaciones y emplearlas en tareas de legalización, formalización de la propiedad, articulando a nivel nacional en lo relacionado con ayudas técnicas, entre otros frentes de trabajo. Hay tela de dónde cortar, concluyeron.

Funcionarios sin compromiso
Largo es el trecho entre el deseo y la realidad, atinó a decir la generalidad de la asistencia; “tenemos funcionarios que no están haciendo la labor de bajar los proyectos, hay muchas cosas que uno se entera y que uno las hace; pero, no por parte de la alcaldía”, recalcó la intérprete explicando con elocuencia la contundente intervención de Paula Andrea, que, sin pronunciar una sola palabra, a través de señas y toda su gestualidad, dijo más que los demás.
Entre otras cosas, en su exposición dejó en claro que Florencia cuenta con una política pública de discapacidad que no opera; por eso, esperan el compromiso del nuevo mandatario, que ojalá esté entre quienes se tomaron el trabajo de escucharlos. “Ustedes le están apostando a que más de 4000 personas les voten”, reclamó indicando que lo acostumbrado es que les ofrezcan dinero por el voto. ¡Nada más!

El turno de los candidatos
En términos generales, los candidatos guardaron prudencia en sus respuestas, habida cuenta de la sensibilidad de los asistentes; aunque su posición fue también producto de la impotencia para proponer soluciones concretas.

José Delby Vargas, administrador de empresas y contador público, reconoció su ignorancia en el tema e intentó hacer una advertencia: si es necesario, que reciban dinero de las campañas; pero, que no vendan el voto. “Aquellos candidatos que hacen política comprando votos, la conciencia… cuando ganan, les dicen a ustedes ya les pagué, ahora me dedico a recuperar la plata que invertí en campaña”. Reflexión que extendió a toda la ciudadanía: “somos culpables de lo que tenemos, de lo que hemos elegido; preferimos votarle a alguien que pone un mercadito o dinero, pero no alguien que realmente quiera administrar decentemente y hacer cosas que ustedes están reclamando por mucho tiempo”, expresó resaltando el carácter responsable de los candidatos presentes.

El ingeniero Eduardo Moya precisó que ha sido cuidador, por lo cual se sintió plenamente identificado con el auditorio. “Sé lo difícil que es”, aseveró indicando que en los recorridos por los barrios encuentra “gente en situación de discapacidad que no tiene el más mínimo apoyo, ni del gobierno nacional, ni del gobierno local, ni siquiera para integrarlos”. Falta promoción y prevención, afirmó reconociendo las debilidades del municipio en la aplicación de soluciones en torno a la discapacidad; ejemplo, la accesibilidad, empleo, inclusión social. “Mucho se queda en el papel, y si la población con discapacidad no tiene un nivel de presión política fuerte, siempre va a seguir relegada”, expresó haciendo referencia a que el punto de reunión, Luis Guanella, “desapareció inmisericordemente por la misma razón”.

Marlon Monsalve también dijo haber tenido la experiencia de cuidador y, por su formación de abogado, demostró mayor conocimiento de las normas relacionadas con el tema. Incluso anticipó que en su programa de gobierno contempla la construcción de un centro de atención integral “para las personas con capacidades diversas, además de promover la implementación de programas de estilos de vida saludable y gestionar la firma de convenios con la empresa privada regional”.

Según dijo, quiere fomentar la empleabilidad, garantizar los servicios de salud prioritaria, crear el banco de ayudas técnicas, fortalecer el comité municipal, promocionar la ley de cuidadores y promover las actividades deportivas. “Tenemos claro que hay que hacer gestión, y no es asistiendo ni regalando”, subrayó haciendo alusión a su propuesta “Enseñando a pescar”, que incluye capital semilla para emprendimientos.

La voz del profesor
Mención aparte merece el profesor Arley, quien trabaja con quienes tienen alguna discapacidad y sus cuidadores. “La política de discapacidad fue un logro de personas que están aquí y otras que no pudieron venir; no de una administración”, precisó para luego retratar las dificultades de sus alumnos, día tras día, y hacer énfasis en la educación.

“El espacio educativo es importante, porque una persona educada mejora su calidad de vida”, sostuvo señalando que en el salón había varias personas capaces de asumir altas responsabilidades: Luis, que está a mitad de carrera de psicología; Alejandra, que es candidata a edil y va a ser psicóloga; Diana, profesora y cuidadora, próxima a recibir título de licenciada… “Son personas que pueden aportarle a cualquier administración”, añadió.

Qué decir de los problemas mentales de los cuidadores, prosiguió, haciendo ver que la mayoría no tiene un sustento. “¿Cómo no sentirse mal, si no tienen cómo alimentar a sus hijos, costear salud, vivienda?”. Pregunta que el mutismo general se encargó de responder. “Acá estamos personas dispuestas a apoyarlos a ustedes en el momento que se posesionen, a mejorar las políticas públicas. La mejor forma de ustedes cubrir las necesidades de la población con discapacidad es que muchos de ellos hagan parte de su equipo de trabajo. Importante también asegurar recursos para que se atienda a la población a través del plan de desarrollo”, finalizó.

La edad también cuenta
Para Diana Rojas, representante legal de la fundación Fundaequidad, una dificultad no menos importante es la educación para niños extraedad; es decir, aquellos que están por encima de la edad promedio para cursar determinado grado. “Los rectores de las instituciones nos dicen que no los reciben, porque están muy grandes”, cuestionó cerrando su intervención con una frase lapidaria: “Somos parte de la sociedad; ellos requieren los servicios, no como persona vulnerable, sino como persona y como persona debe ser valorada”.

Situación que se hace más crítica con la alternativa que propone el Ministerio de Educación, según la cual los niños pueden estudiar en la nocturna o en cursos sabatinos. “Eso no se ajusta a la realidad, porque ellos siguen siendo niños frente a los adultos que reciben sus clases en esas jornadas, van a aprender cosas que no son; además, los sabatinos hacen dos años en uno, pero su aprendizaje es más lento, de modo que eso es tanto como un atropello”, recalcó Diana.
Una madre, que lleva 30 años de lucha con su hijo, propuso algo semejante a construir una comuna especial donde convivan las personas con discapacidad y sus cuidadores; magnífica idea, aunque ella misma la descartó por la insuficiencia de recursos. No obstante, confía en que se realicen proyectos de alto impacto; “no se trata de que las administraciones cumplan metas vinculando algunas personas con discapacidad, no se trata de nombramientos provisionales, sino de contratarlas, que reciban el tratamiento que merecen, no contentillo”, complementó.
Beyanid, representante del comité de discapacidad, aportó al diálogo una significativa reflexión: “las personas con discapacidad, en los anteriores tiempos veníamos de un modelo religioso, que nos trataban como si fuéramos un pecado; luego, llegó el médico rehabilitador y nos daban la silla de ruedas, las cosas para que nosotros nos adaptáramos a ellas y fuéramos útiles a la sociedad; después, el modelo social que hablaba de la inclusión; pero, hoy estamos hablando de un modelo de derechos…”.

Advirtió así que no están mendigando, sino exigiendo sus derechos, soportados en una normatividad, la Ley 1618, con una política pública sin recursos, aunque ya ese es un punto de partida. De ahí la importancia de la reunión con los tres candidatos y al mismo tiempo el rechazo por los seis que no acudieron; “necesitamos de ustedes, que se asignen recursos, que tengan voluntad política con miras a que mejoremos calidad de vida, con vivienda digna, con oportunidades laborales, con escenarios deportivos, educación”, insistieron.

Casi inacabable es el listado de asuntos por resolver para la población con discapacidad; tantas veces invisibilizada, entre otras razones, porque las circunstancias muchas veces obligan al ostracismo. Reclamaciones justas, que reciben por respuesta la indiferencia gobierno tras gobierno, con inversiones pueriles, sin tener en cuenta que en campaña les han arrebatado el voto con toda suerte de promesas.

“La discapacidad aumenta el riesgo de tornarse pobre, y la pobreza aumenta el riesgo de convertirse en una persona con discapacidad” (OMS & BM, 2011). Eso trasciende a la familia, es una experiencia inenarrable sobre la que hay demasiado por decir.
¿Vienen cuatro años más de lo mismo? Como sea, el retrato de la cotidianidad local es perturbador y se replica en mayor o menor medida a lo largo de la geografía nacional.

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