Lo ocurrido en la elección de alcalde en Florencia, Caquetá, hizo que muchos recordaran la historia bíblica de David y Goliat; todo, porque un docente, con formación de abogado, ambientalista por vocación y empecinado defensor de causas sociales se le atravesó a quien muchos consideraban seguro ganador.
El Goliat de esta trama tiene por nombre Jovanny Vásquez, cobijado por el partido Alianza Verde, el mismo del alcalde actual Luis Antonio Ruiz Cicery, por lo cual tuvo prácticamente la administración municipal a su servicio, unas veces de manera soterrada y otras tantas a la vista de los ciudadanos mientras los órganos de control pasaron de agache diversas irregularidades.
Entre tanto, Marlon Monsalve se movía cual David en el escenario político y social, aunque un mar de dudas lo asaltaban; entre otras razones, porque caciques liberales le cerraron las puertas de esa colectividad, a la que pertenecía, debido a diferencias que a ellos se les antojaron irreconciliables.
Como buen académico, fue crítico en la lectura de ese panorama y buscó el respaldo de la casa más cercana, el Nuevo Liberalismo, que de inmediato lo recibió sin reparos. Pero no todo estaba resuelto; es más, ahí conoció la verdadera dimensión de su poderoso rival, quien muy rápido creyó tener de su lado a liberales y conservadores, por contar en sus toldas con los dos congresistas caqueteños de esos partidos; además del gobernador, también conservador, entre otros gamonales. Jamás se había visto tanta gavilla aferrada al poder y, sobre todo, dispuesta a derrochar toda suerte de recursos para sacar del camino a un solo contendor.
Por eso, todo parecía estar servido para el candidato verde, que además es concejal, con un componente adicional, y es que otros siete candidatos aspiraban a derrotarlo y ninguno, incluida una aguerrida mujer, estaba dispuesto a desistir y hacer algún tipo de alianza. Eso debilitaba a Monsalve y fortalecía a Vásquez, quien incluso dejó de ir a varios debates públicos, convencido de tener la sartén por el mango mientras los demás trataban de mostrarse cuanto más pudieran, intentando conquistar votos.
Ocho días antes de la cita con las urnas, una zancadilla de la administración pareció darle la victoria al David criollo: no le prestaron un polideportivo para el cierre de campaña y, en cambio, le ofrecieron como única opción la Plaza San Francisco; el primer lugar es reducido, lo que hacía prever un evento modesto; el segundo, se llena con cerca de 10.000 personas, algo que parecía imposible, sobre todo para una campaña con bajo presupuesto. De esa forma, pretendían darle la estocada final.
Sin embargo, ¡oh, sorpresa!, la plaza se tiñó de rojo y eso puso a temblar a Goliat, que en el poco tiempo restante redobló esfuerzos, con toda suerte de recursos, no todos válidos, para atornillar votantes. Así llegó el 29 de octubre… suspenso durante todo el día hasta que inició el preconteo, con Vásquez punteando. Se estaban cumpliendo los pronósticos; pero, de repente, Monsalve comenzó a remontar y de ahí en adelante nada lo derrumbó. 809 votos fue la diferencia entre uno y otro, que luego sería de 820 en los escrutinios.
Goliat había caído, sin opción de levantarse. No había nada que hacer, David se impuso de la mano de más de 19.000 electores y así se dio por terminada la batalla; pese a la frustración y las rabietas del desconcertado perdedor. “Es hora de hacer grande a Florencia”, dijo el ahora alcalde electo, quien representa la luz al final del túnel, para quienes reclaman cambios sustanciales en la política local, después de varias décadas de frustraciones.