En un transcendental fallo que acaba de ser conocido por la opinión pública, el Consejo de Estado le puso tatequieto al Fracking en Colombia, al «suspender los actos administrativos por medio de los cuales el gobierno nacional fijó los criterios para la exploración y explotación de hidrocarburos en yacimientos no convencionales a través del llamado Fracking».

La decisión fue tomada por el Magistrado de la sección tercera y Vicepresidente de esa corporación Ramiro Pazos Guerrero, quien concluyó que la implementación del fracking «puede acarrear una afectación grave al medio ambiente y a la salud humana».

La transcendental decisión le dió la razón a las advertencias de la Contraloría en el 2012, en las cuales se determinó que «el aumento de la sismicidad, la contaminación hídrica y la consecuente afectación de la salubridad provocadas por el fracking eran potencialmente riesgosas, con mayor razón si la técnica se desarrollaba en zonas de áreas protegidas y ecosistemas estratégicos».

La sentencia es vital porque frena las intenciones de la actual Ministra de Minas y en general del gobierno nacional, de comenzar esta peligrosa práctica en algunas regiones del país.

A su vez aleja el fantasma de una potencial exploración y explotación petrolera en importantes ecosistemas, como los páramos, la Amazonía y regiones muy ricas hídricamente, como el Caquetá que nutre al pulmón del mundo.

Con la importante decisión del Consejo de Estado, Colombia se une a países como la república Sudafricana, Checoeslovaquia, España, Suiza, Irlanda, Francia, Bulgaría, Alemania, el Reino Unido y otros que han entendido meridianamente, que el Fracking es una técnica malévola que todo lo destruye.

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