Con el niño tomado de la mano la señora cruza afanosamente una calle de Bogotá que corresponde a la ruta de Transmilenio. De pronto se detiene, mira a lado y lado por donde vienen varios buses articulados, piensa por unos segundos, atrae al niño a su cuerpo y se sienta en el piso.
De inmediato se forma el trancón, uno a uno los buses se van deteniendo, la señora sentada en el piso abraza a su niño cariñosamente, un grupo de estudiantes que participan en el paro nacional, la aplaude, el policía que comanda un grupo de agentes encargados de asegurar la movilidad, se rasca la cabeza y le dice a uno de sus policías: vaya y levante esa señora, pero tenga cuidado que todo el mundo está grabando con los celulares.
El policía se acerca y le dice a la dama: Señora por favor levántese, mire el trancón que está formando. La señora lo mira, mira a lado y lado y luego con el rostro congestionado grita para que todo el mundo la escuche: De aquí no me paro hasta que no me devuelvan la plata del pasaje de Transmilenio que me robaron.
El policía se coloca a su lado, se arrodilla, se quita el casco y le dice: Señora, mire toda la gente que va en los buses, unos van para su trabajo, otros a una cita médica, otros a estudiar y usted está impidiendo que ellos cumplan con lo que tienen que hacer.
La señora le responde: Pues yo también tengo problemas, me robaron lo del pasaje de Transmilenio, tengo que llevar el niño donde mi mamá a que me lo cuide mientras trabajo y no tengo más plata para el pasaje, por eso protesto, por eso voy a estar aquí sentada hasta que me devuelvan la plata del pasaje que me robaron en Transmilenio.
Los estudiantes la aplauden, unos marchantes que pasan también la aplauden, algunos pasajeros le gritan: Bravo Doña no se deje, y entonces el policía le dice:
Hagamos lo siguiente señora: usted se levanta con su niño, nos vamos los tres para el portal de trasmilenio, le contamos a la gente lo que está pasando y yo me encargo de hacer una recolecta para recuperar la plata de su pasaje.
La señora lo mira, se queda pensando, mira a los estudiantes que se quedan callados, a los marchantes que también callan y entonces con una mano toma a su niño y con la otra el brazo del policía. El diálogo en el piso surtió efecto.