En Colombia, la crisis ambiental se intensifica con más de 30 incendios forestales activos, cuya propagación se ve exacerbada por la ola de calor asociada al fenómeno de El Niño, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) alerta sobre la gravedad de la situación, investigando la posible intencionalidad detrás de algunos de estos incendios.

Los focos más preocupantes se encuentran en diversas regiones, desde Cumaribo en el departamento de Vichada hasta Guarne en Antioquia, y Tona en Santander, entre otros, la capital, Bogotá, también está en alerta, experimentando condiciones difíciles con el aire cargado debido a la proximidad de los incendios.

El impacto se extiende más allá de las áreas urbanas, afectando ecosistemas cruciales, el Páramo de Berlín, ubicado en Santander, ha sufrido la pérdida de parte de su vegetación de frailejones debido a las llamas, afectando negativamente el ciclo del agua en estas montañas altas.

El presidente Gustavo Petro reconoce la magnitud de la emergencia y anuncia la emisión de un decreto para declarar el «desastre natural», movilizando recursos para enfrentar la crisis, esta respuesta busca no solo controlar los incendios sino también mitigar los impactos ambientales y sociales que se derivan de esta situación crítica.

Esta tragedia resalta la fragilidad de nuestros ecosistemas frente a eventos extremos y subraya la urgencia de implementar medidas sostenibles para preservar el medio ambiente y garantizar la supervivencia de nuestras comunidades en el futuro.

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