bandera de Colombia-Papa Francisco

El mensaje del Papa Francisco a los colombianos, horas antes de llegar al país, es sin lugar a dudas, un contundente espaldarazo al proceso de paz y una bofetada a quienes de una u otra forma se oponen y por todos los medios tratan de sabotearlo; demos el primer paso, demos la mano al enemigo, desterremos el odio de los corazones, terminemos con la salvaje explotación de la naturaleza, son frases contundentes que en labios de la primera autoridad mundial, pesan mucho.

Además de ser un acontecimiento histórico, la venida del Papa Francisco a Colombia, así la Santa Sede no quiera admitirlo, tiene acentuados tintes políticos que se manifestaron en el mensaje que Su Santidad envió a los colombianos y que sin lugar a dudas, pone a temblar a todos aquellos que continúan con sus tambores de guerra, incendiando los corazones, buscando avivar los rescoldos de la guerra que tanto daño le hicieron al país.

El mensaje del Santo Padre es de amor, es una prédica  del Evangelio, dice la curia colombiana y tiene razón, pero no hay que olvidar que a través de la historia, los papas han jugado un papel protagónico en la política mundial; solo basta recordar unos pocos ejemplos: la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética, son apenas dos muestras del poder que tiene la palabra del Obispo de Roma.

Como ya es una costumbre, los enemigos de la paz, temerosos de ofender el sentimiento católico de la mayoría de los colombianos, están criticando tímidamente todo lo relacionado con la visita del Pontífice en las redes sociales, pero con el pasar de los días, con las multitudinarias concentraciones de feligreses y sobre todo con los mensajes de Francisco en pro de la paz, sus críticas subirán de tono desesperados por el inmenso impacto que tiene la palabra del obispo argentino.

Demos el primer paso, el eslogan del viaje papal, es una directa invitación a construir una Colombia nueva, en  paz, sin explosivos, sin oleoductos contaminando, sin secuestros, sin pescas milagrosas, sin el fracking asesino que todo lo destruye; es una invitación a reconstruir a una Colombia desbaratada que como la bandera hecha girones que encontramos en la inspección de Norcasia al nororiente del Caquetá, necesita con urgencia la reconstrucción  de su territorio, con el mensaje cohesivo del obispo de Roma que entendió meridianamente que los sucesos actuales, ameritan un viaje pastoral que a la final tendrá mucho de político.

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