Una de las mejores postales de la política en Caquetá se presentó a la luz pública el pasado 27 de diciembre, en el acto de posesión de Marlon Monsalve, alcalde de Florencia para el periodo 2024-2027.


En lo alto de la tarima, Monsalve no solo invitó a la unión de voluntades, «para hacer grande a Florencia, el Caquetá y la Amazonía, sino que de inmediato su llamado tuvo eco por parte del gobernador electo, Luis Francisco Ruiz, junto con los representantes a la Cámara John Fredy Núñez y Mauricio Cuéllar, quiebes subieron y posaron complacidos para el registro del singular momento, ante cientos de asistentes.


Es más, Ruiz Aguilar hizo referencia a que es el momento de la fe y la esperanza en esta parte del país; mensaje que ha transmitido a los demás alcaldes de la geografía caqueteña.


Fueron minutos tan emotivos como históricos, porque esa unidad aliviana las cargas administrativas en el territorio, además de aportar a la paz y al entendimiento entre diversos sectores en medio de la diferencia. Sin embargo, brilló por su ausencia la representante a la Cámara Gilma Díaz, quien demostró de esa forma que todavía no acoge el mandato popular del pasado 29 de octubre, que dio como ganador en las urnas a Monsalve Ascanio, quien desde el primero de enero próximo estará gobernando la ciudad capital con plena legitimidad.


Situación que sería comprensible, porque ella apoyó a otro candidato; pero, olvida que se debe por fuerza mayor a los caqueteños que la eligieron para velar por los intereses del departamento desde el legislativo. En otras palabras, desatendió sus deberes para con el pueblo que la tiene hoy en esa posición de privilegio, lo que de paso significa también restarle fortaleza al partido que le dio el aval.


No está bien que en Caquetá se persista en posiciones mezquinas, sobre todo cuando hay mayorías que abogan por construir consensos, por dejar atrás episodios cuyo lastre aún hace mella.
Es de sabios aceptar errores y reconciliar, como ya lo intentó en campaña el entonces candidato, que ahora, en su nueva posición, tiende de nuevo la mano. Bien haría la representante en apartarse de la soberbia y ceder al sano entendimiento en pro de las más elevadas causas.

Por