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Por donde pasa la prepotencia de Vargas Lleras sabe a politiquería
En Tumaco salió en medio de la protesta general cuando fue a firmar un proyecto de vivienda y en Florencia, donde entregó 237 viviendas gratis, se comportó como si las viviendas fueran plata de su bolsillo convirtiendo el evento en un acto politiquero secundado servilmente por la Ministra de Vivienda que en su discurso lo subió y volvió a bajar del cielo, contando con la anuencia del gobernador del Caquetá Alvaro Pacheco Álvarez, quien como avezado político que es, se deshizo en alabanzas para el candidato presidencial, como lo hace con cualquier figura del gobierno nacional que visita la región y que puede aportar recursos económicos.
Para el Vicepresidente Germán Vargas Lleras, el cargo que ostenta es el mejor trampolín para hacer política con los programas del gobierno nacional, y donde llega, todo se pone de ruana, no respeta ningún protocolo, regaña en público a quien le da la gana, como lo hizo en Florencia donde dejó por el piso a un funcionario de La Aerocivil porque se le olvidó un documento y a los maestros de ceremonia los convierte en títeres que funcionan a su antojo, sin respetar el esfuerzo que hacen para que las ceremonias resulten lo mejor posible.
En Florencia por ejemplo, cambió totalmente el protocolo sin reconocer el esfuerzo de la administración municipal para elaborar el programa y el protocolo de acuerdo a su avanzada; no solo cambió el orden de la programación sobre la marcha, sino que ignoró por completo al alcalde anfitrión, pidiendo que “Alvarito”, como le dice al gobernador, hablara primero y luego groseramente se fue sin escuchar la intervención del anfitrión.
Jugar con la necesidad de la gente es uno de sus fuertes; les dijo a los beneficiaros de las viviendas de la urbanización La Gloria en la capital del Caquetá, que ese conjunto residencial era el mejor barrio de Florencia, que las había planificado cuando era Ministro de Vivienda y que había sido un gran esfuerzo de su cartera para poder ayudar a las personas más necesitadas de la ciudad.
Pero se le olvidó decir que ese proyecto estaba muerto, que el lote había sido donado por el municipio que también había realizado todas las obras de urbanización; simplemente él hizo todo y cuando vio que el alcalde anfitrión iba a hablar, abandonó la tarima y salió como un tiro para el vehículo que lo llevaría al aeropuerto; el anfitrión se contentó con decirle a la gente lo que ya se les había dicho en múltiples oportunidades.
Y en la intervención de la Ministra Noguera la politiquería se descaró; subió al cielo y bajó a la tierra varias veces al candidato presidencial; dijo que la viviendas habían sido planificadas por él y que gracias a él miles y miles de ciudadanos pobres tenían una vivienda; solo le faltó decir que todas se construyeron con la plata de Vargas Lleras y que por eso había que votar por él.
Minutos antes, cuando tenía que hablar el alcalde anfitrión, El Vice volvió y le arrebató el micrófono a la presentadora y se lo entregó a “Alvarito”, y Alvarito ni corto ni perezoso se deshizo en elogios y solo le faltó decir que Vargas Lleras será el mejor presidente de toda la historia de Colombia.
Y siguiendo con su entarimado político, Vargas Lleras firmó un contrato para la construcción de 180 viviendas con el alcalde de San Vicente Humberto Sánchez Cedeño, y otro por 100 viviendas con la alcaldesa de El Paujil Liliana Cuéllar Floriano, y a los dos les dio la palabra, y como es apenas lógico, los dos se deshicieron en elogios con el Vicepresidente. La parodia politiquera estaba montada y los actores interpretaron su papel a la perfección.
Sin lugar a dudas por donde pasa Vargas Lleras, la prepotencia se combina con la politiquería dejando un sabor amargo entre los ciudadanos de a pie, quienes se muestran agradecidos por las bondades de los programas de vivienda, pero que a su vez saben que esos programas se construyen con los impuestos de todos y no con la plata del Vicepresidente; en Florencia no hubo coscorrones para sus escoltas ni actitudes en extremo prepotentes, pero manejó con la habilidad de un director de comedia la escena politiquera que busca llevarlo en andas a La Casa de Nariño.
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